sábado, 7 de diciembre de 2013

Un cordial saludo.
Hace unos pocos días fui a ver una película, a una de esas plazas que tanto abundan por Guadalajara. Al estar por ahí, logre confirmar mi falta de esperanza en la humanidad (aunque cabe decir que la película me fascino). La sutileza de mi razonamiento se basa en lo que mis ojos veían a mi alrededor, espero no se me malinterprete con lo siguiente: he visto un México imaginario en el que no existe preocupación por lo que sucede alrededor. El México de los poderosos, de los bellos. El México que vive entre oro y lo que es peor el México de los que pueden hacer algo para cambiarlo todo y no hacen nada. Quizá me podrán reprochar (con justa razón) el hecho de que no estaba en el lugar adecuado para discernir sobre este asunto.

Lo cierto es que toda persona, lo sepa o lo desconozca, necesita seguir una Filosofía para vivir una "vida feliz". Eso es lo que estamos haciendo mal seguimos una Filosofía relativista (todo esta bien mientras no me afecte a mi) que manera de ver la vida tan repugnante y asquerosa. Si de por si esto no fuera suficiente, tenemos que agregarle un montón de cinismo: decimos ser algo y hacemos exactamente lo contrario. Agustín de Hipona decía: -para ser católico es necesario que existan dos conversiones una de la razón y otra de la voluntad-, i.e. primero tienes que convencer tu inteligencia (descubrir la racionabilidad de la fe) y después convencer tu voluntad (morir a ti o citando a Pablo -ya no soy yo quien vive, es Cristo). En un país donde la mayoría  dice ser católico, no me cabe en la cabeza porque estamos tan mal, o bien no queremos usar la razón o lo que es peor la ignoramos. Si en verdad fuéramos católicos México seria otro.

Existe un pequeño relato que quiero compartir: existía un reino majestuoso, en el que un día llegaron unos extranjeros que decían tener algo único. Poseían un tela maravillosa pero esta tela tenia una peculiaridad solo podían verla los inteligentes. Llegaron a la corte dichos extranjeros y al sacar la tela delante de los cortesanos y de rey, estos no vieron nada pero por no aceptar que no eran inteligentes encalmaron -que hermosa tela que colores- entonces el rey pidió le hicieran un vestido con aquella tela para usarlo en las festividades. Así se hizo después de un tiempo el rey recibió su vestido. Entre el pueblo se corrió la voz que el rey desfilaría con un vestido que solo los inteligentes ven. Al paso del carruaje del rey, se escuchaba a la gente decir -que tela tan hermosa pero que colores-, entre aquella multitud estaba un niño que al ver pasar al rey, lo señalo y grito "el rey va encuerado". Ante esto todos empezaron a decir "el rey va encuerado", el rey mismo entonces se percato de su desnudez y rápido se cubrió con lo que pudo.

Muchas veces el amor propio que tenemos termina por cegarnos, y a veces es necesario tener a alguien que nos diga  "el rey va encuerado", para darnos cuenta de lo que sucede. Como la gran mayoría decimos ser católicos entonces porque no hacerle caso a nuestro niño personal (la iglesia católica), y usar nuestra inteligencia verdadera con humildad (convertir la razón),  para cambiar esta porquería que esta por todos lados (convertir la voluntad). Yo he perdido la confianza en cuanto si la humanidad logrará llegar a esa plenitud que todos queremos, pero se y tengo la certeza que solo necesitamos cambiar a una persona: yo. ¿Y tu que harás?.

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